lunes, 20 de febrero de 2012

Mujeres, guerreros y sabios



En una lejana región, vivía un joven adolescente, dotado de una belleza inigualable,  que  -además de ser  hijo de un jefe de ladrones-  tenía una reputación  execrable. Robaba, mataba y era incapaz de sentir compasión.  Pero todos saben que  la belleza tiene la fuerza  del agua que orada las piedras para imponerse a los mortales y a los dioses.  Cuando las mujeres lo veían se les  llenaba el corazón de ternura y deseo.  Cierto  día un guerrero, famoso por su valentía,   fue a consultar -muy angustiado-  al  sabio del lugar.  Contó que estaba preocupado porque su mujer  en  -sueños  y  después de  haber estado entre sus brazos- pronunciaba el nombre del  efebo.  La pregunta fue: ¿Qué debo hacer para satisfacer los anhelos  de mi amada? 
  El sabio,  que tenía una muy pobre idea de lo que significa la mujer, le respondió:
-Se que las mujeres  nunca  serán comprendidas  totalmente por los hombres. Es un designio del Creador. Yo aconsejo  no preocuparse demasiado por  este hecho y considerarlas como frutas sabrosas que nos proporcionan placer.  ¿A quién se le ocurre pensar que serían más sabrosas si supiéramos que están contentas?
Después de muchos años me enteré que  el sabio fue envenenado  por su amada  y todo lo que había predicado entre los hombres, inmediatamente cayó en el olvido.  Si alguien quería recordar algo de su pensamiento  lo único que suscitaba era una burla indulgente. Tal es el desprestigio en que caen algunas ideas cuando su mensaje no es justo.

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