Temas:
La relación entre enseñar y
aprender.
El pensar como oficio de mano.
Elaboración y
comentarios de la Prof.
Martha Alicia Lombardelli
Citas tomadas del libro ¿QUE SIGNIFICA PENSAR? (1951-2) de M.
Heidegger, Editorial Nova, Bs.As, 1964.
“(...)
tratamos aquí de aprender a pensar.” pag.19.
Heidegger
nos propone “aprender a pensar”,
diferenciando el modo de pensar propio
de la ciencia, -al que denomina ‘pensar de cálculo’-, y el pensar filosófico o ‘pensar de meditación’.
APRENDER:
“Aprender significa ajustar nuestro obrar y no-obrar a lo que en cada caso se nos atribuye como esencial. Según sea la índole de lo esencial, según el ámbito
de donde provenga su atribución, será distinta la correspondencia y, con esto,
la clase de aprendizaje requerido.
Un
aprendiz de carpintería, por ejemplo, uno que aprende a fabricar armarios y
objetos similares, ejercita
aprendiendo no solamente la habilidad en el uso de las herramientas. Tampoco se
limita a familiarizarse con las formas usuales de los objetos que ha de
confeccionar. Si es que llega a ser un auténtico carpintero sabrá, sobre todo, corresponder a las diversas clases de madera y las formas posibles que encierra todavía
latentes; se ajustará, pues, a la madera tal como ésta con la oculta
plenitud de su esencia integra el habitar del hombre. Esta relación con la
madera imprime su sello en todo el oficio. Sin esta relación se queda estancado
en un activismo inane. Su ocupación se determinará entonces únicamente por el
negocio. Todo oficio, toda actividad humana está siempre expuesta a este
peligro. La poesía se exceptúa tan poco de ella como el pensar.
Más, el que
un aprendiz de carpintero llegue , o no, durante su aprendizaje a corresponder
a la madera y los objetos de madera, esto depende evidentemente de si hay quien
se lo enseñe al aprendiz.”
ENSEÑAR
“En
efecto: enseñar es aun más difícil que
aprender. Se sabe esto muy bien, mas pocas veces se lo tiene en cuenta. No
porque el maestro debe poseer un mayor caudal de conocimientos y tenerlos a
disposición. El enseñar es más difícil que aprender porque enseñar significa: dejar aprender. Más aún: el verdadero maestro no deja aprender nada más
que ‘el aprender’. Por eso también su obrar produce a menudo la impresión de
que propiamente no se aprende nada de él, si por ‘aprender’ se entiende nada
más que la obtención de conocimientos útiles. El maestro posee respecto de los
aprendices como único privilegio el que
tiene que aprender todavía mucho más que ellos, a saber: el dejar-aprender. El
maestro debe ser capaz de ser más dócil que los aprendices. El maestro está mucho menos seguro de lo
que lleva entre manos que los aprendices.
De ahí
que, cuando la relación entre maestro y aprendices sea la verdadera, nunca
entra en juego la autoridad del
sabihondo ni la influencia autoritaria de quien cumple una misión. De
ahí que siga siendo algo sublime el llegar a ser maestro, cosa enteramente
distinta de ser un docente afamado. Es de creer que se debe a este objetivo
sublime y su altura el que hoy en día, cuando todas las cosas se valorizan
solamente hacia abajo y desde abajo, por ejemplo, desde el punto de vista
comercial, ya nadie quiera ser maestro.
Probablemente esta aversión se relacione con aquello gravísimo que da que pensar. Deberemos tener muy presente la auténtica
relación entre maestro y aprendices, por si en el transcurso de estas clases
llegara a nacer una especie de aprendizaje.”
Vemos en la cita que Heidegger
hace hincapié en el acto del dejar-aprender por si el discípulo pudiera
estar más cerca del aprender que el mismo maestro.
Considera que ese dejar aprender nada tiene
que ver con la imposición del maestro como aquel que sabe más ni tampoco
con la palabra dogmática o autoritaria.
Acá es conveniente recordar aquello
que justamente decía Aristóteles. sobre el conocimiento. Aristóteles filósofo griego, decía que: “todo
hombre desea por naturaleza saber”. Saber y aprender están íntimamente ligados a la creación de un mundo
cultural, es decir, un mundo humano.
APRENDER A PENSAR
Porque el ser
humano piensa es que puede crear un mundo, no porque tiene extremidades. La
creación de un universo simbólico -en el sentido que lo describe Ernst Cassirer-, implica la evolución de
determinadas formas simbólicas, tales como el lenguaje, el mito, la religión,
la ciencia y el arte.
En las palabras de Heidegger se bosqueja la
advertencia del peligro que encierra el hecho de creer que el pensar y el hacer
están separados. Pertenece al ámbito de un pensar que hace, la invención,
construcción y lanzamiento de la bomba atómica. Heidegger anticipaba con su
reflexión, su pensar de meditación, la necesidad de reflexionar sobre los
alcances de la ciencia si ésta es dejada libre a su particular interés y si
creemos que ningún proyecto político subyace a su especificidad.
“Tratamos
aquí de aprender a pensar. Acaso el
pensar no sea otra cosa que la construcción de un armario. De todos modos es una obra manual. Lo que
a la mano se refiere es cosa muy singular.
Según las ideas corrientes, la mano pertenece al organismo de nuestro
cuerpo. Mas la esencia de la mano no
puede jamás definirse como un órgano prensil corpóreo ni explicarse partiendo
de semejante definición. Órganos prensiles posee, por ejemplo, el mono, mas no
tiene mano. La mano dista infinitamente,
es decir, por un abismo de esencia, de todos los órganos prensiles: zarpa, uña,
garra. Sólo un ser que habla, o sea,
piensa, puede tener mano y ejecutar mediante su manejo obras manuales.
“Pero
la obra de la mano encierra mayor riqueza de la que comúnmente suponemos. La
mano no sólo aprehende y sujeta, no sólo presiona y empuja. La mano ofrece y
recibe, y no solamente objetos, sino que se da a sí misma y se recibe a sí
misma en la otra. La mano mantiene. La mano sostiene. La mano designa, probablemente porque el hombre
es un signo.
Mas los
gestos de la mano trascienden el habla por doquier, y más puramente allí donde
el hombre habla callando. Pero sólo
en la medida que habla, piensa el hombre, y no a la inversa, (...).
Toda obra de la mano se basa en el pensar. Por
esto el pensar mismo es el más simple y el más difícil oficio de mano del
hombre, cuando en ciertos tiempos debe ser ejecutado especialmente.”
Págs.19 a 22.
Martha
A. Lombardelli
Profesora en Filosofia