La
mujer en la obra de Eugenio Cambaceres, escritor de fines del siglo XIX.
Tomamos arbitrariamente, la imagen de
mujer que, -finalizando el siglo XIX- aparecía en la
obra de uno de los escritores de mayor nombradía que inauguró la novelística en
la República
Argentina. Me refiero
a Eugenio Cambaceres, representante de
la corriente literaria naturalista y exponente inconfundible de la “generación del 80”
Antes de continuar debo decir que su libro Sin rumbo es el testimonio de la visión
que mi antiguo profesor de filosofía – Ezequiel de Olaso- presenta en “Notas para una discusión sobre
la cultura del ochenta”:
pensar que la élite ilustrada de la generación del ochenta se dio como proyecto
hacer de la Argentina una nación moderna y rica, es una simple fantasía.
Ese
proyecto -según de Olaso- no existió
nunca, y, en particular la forma de vida
del protagonista pareciera dar
argumentos a favor de esa ausencia.[i]
Eugenio Cambaceres, perteneció a una familia
adinerada, dueña de tierras. Estudio en el Colegio Nacional, se graduó en la
Facultad de Derecho, fue diputado de la ciudad de Buenos Aires y luego elegido
diputado nacional. Murió en Francia a los 45 años.
Con sus obras se inicia el naturalismo en la Argentina. Corriente
ésta que despertó encendidas polémicas para terminar imponiéndose sobre la
novela romántica. Se puede decir que el naturalismo argentino adoptó más los
mecanismos y las técnicas zolianas que sus objetivos fundamentales. Zola
atacaba a la clase dirigente de la
burguesía francesa en cambio los
naturalistas argentinos terminaron por
defender la clase dominante a la cual pertenecían.
Los
cultivadores de esta corriente literaria en Argentina son, por lo general, miembros de la burguesía más conservadora y
conciben sus creaciones como una vía más de canalización de su ideología política. El debate naturalista sobre la adecuación del
individuo al medio sirve aquí para reavivar viejas polémicas locales,
como la contraposición entre americanismo y europeísmo o
entre civilización y barbarie,
que había planteado Sarmiento tiempo atrás.
El
grupo de escritores conocido hoy en día como Generación del 80, fecha alusiva a la
federalización de Buenos Aires y la consiguiente cíudad nacional Los miembros de
esta generación pertenecen a la alta burguesía
criolla, son de ideología conservadora y fieles seguidores de la cultura y las
modas europeas. Su pensamiento se nutre a partes iguales de los aportes de
los teóricos positivistas del viejo continente y de los intelectuales
argentinos de la época anterior, como Echeverría, Alberdi o Sarmiento.
De hecho, en los tratados teóricos y en las
obras de creación de estos hombres del 80 se desarrolla con cierta amplitud la
mencionada dicotomía sarmientina civilización/barbarie. y se identifica
habitualmente esta última instancia con la gran masa de población inculta, que
no tiene capacidad de pensar ni de decidir por si misma.
En el libro
de Cambaceres, Sin rumbo, aparecen tres imágenes de mujeres, las cuales intento mostrar a partir de las palabras que
utiliza el escritor. Como dice Georges Duby: “Para mí lo importante es la
imagen que proporcionan de una mujer y, a través de esa imagen, de las mujeres
en general, la imagen que el autor del texto se hacía de ellas y que quiso
entregara a quienes lo escucharon”
Marieta
Amorini :
Cambaceres la introduce describiendo su
aparición espectacular:
“Era
la prima donna, la célebre Amorini
que triunfalmente hacía su entrada envuelta en pieles y terciopelo.”
No nos interesa saber si es extranjera o
nativa, como mujer-objeto, impondrá la moda entre ciertas mujeres de la
alta sociedad.
“Alta,
morena, esbelta, linda, sus ojos hoscos y como engarzados en el fondo de
las órbitas, despedían un brillo intenso
y sombrío; el surco de dos ojeras profundas los bordeaba revelando todo el
fuego de su sangre de romana.
Desnuda,
se adivinaba en ella la garra de una leona y el cuerpo de una culebra.”
La descripción avanza sobre las manos y los pies de la prima donna.
Me detengo en estas descripciones porque
ellas referencian los distintos tipos de mujer que el autor pone en la novela.
“(...) y le alargó la mano, una mano cargada
de sortijas, afilada, carnosa, suave.”
“Los ojos de aquél se detuvieron entonces en
el pie de la prima donna, cuyos dedos
se dibujaban calzados por los dedos de seda de la media, en la inflexión elegante de su pierna, a
la vez esbelta y gruesa, que el recogido de su pollera de Aída descubría hasta
más arriba de la rodilla.”
Donata:
La otra mujer que aparece en Sin rumbo, será Donata, la “chinita”.
Ella, como la tierra, es cálida y
está destinada a dar vida, para la sobrevivencia de la especie.
Cito:
“El óvalo de almendra de sus ojos negros y
calientes, de esos ojos que brillan siendo un misterio
la fuente de su luz, las líneas
de su nariz ñata y graciosa, el dibujo
tosco, pero provocante y lascivo
de su boca mordiendo nerviosa el labio inferior y mostrando una doble fila de
dientes blancos como granos de mazamorra, las facciones todas de su rostro,
parecían adquirir mayor prestigio en el tono de su tez de china, lisa, lustrosa
y suave como un bronce de Barbedienne!.”
Es evidente la trasnferencia de lo que el
protagonista siente a la descripción de esta mujer. La anterior descripción era
distante, fría, a pesar de la relación amorosa que el personaje mantiene con la
cantante de ópera.
La descripción de Donata, en cambio, está cargada de la sensualidad que nace del
deseo del protagonista.
El autor pone en boca del mayordomo Villalba
–figura mediadora entre el patrón y los peones- las siguientes palabras
caracterizando la clase de mujeres a la
que pertenece Donata:
“Si estas,
patrón, son como hacienda, (...) conforme cualquiera las atropella, ahí
no más se echan”
Andrea
Hay una tercera mujer, Andrea, la niña nacida de la violación de Donata por parte del
protagonista. En esta mujer-niña, el
autor encarna al ángel bueno o la
hechicera benévola que opera la conversión del mal en bien.
Cito
“”Ella, en fin, su genio bienhechor, la
hechicera cuyo mágico poder de encantamiento había tenido el prodigioso don de
transformarlo, de convertir sus odios en un amor infinito, amor a los hombres,
a los animales, a las cosas, a él, al mundo, ¡a
todo!”
La mirada positiva que observamos sobre esta
mujer, no es ajena al hecho de que Andrea sea la hija del protagonista;
además, el bien que prodiga Andrea no es
intencional, ya que, si así fuera, se le
estaría otorgando una subjetividad, la cual en toda la novela es monopolio del
hombre.
Conclusión
Me he detenido a analizar las tres imágenes de mujer presentes en esta
novela del siglo XIX porque aparecen al interior de una corriente literaria -el
naturalismo-, que recién se instala en nuestro país, dejando atrás la novela
romántica. Además pertenecen a un autor que se considera el fundador de ese
tipo de novela si bien no deja de ser una copia de la novela naturalista
francesa de Zola.
Esas
imágenes presentan contornos esquemáticos, reducidos y parciales. En sus
descripciones observamos que la minuciosidad desplegada en la generosa
descripción del protagonista disminuye
intencionalmente.
Transcribo un párrafo en el que el autor se
expresa acerca del protagonista:
“Abandonado Andrés a su negro pesimismo,
minada el alma por la zapa de los grandes demoledores humanos, abismado el
espíritu en el glacial y terrible “nada” de las doctrinas nuevas, prestigiadas
a sus ojos por el triste caudal de su experiencia, penosamente arrastraba su
vida en la soledad y el aislamiento.”
Por
eso mismo esas imágenes de mujeres no llegan a referenciar un ser humano-sujeto-femenino,
un par del ser humano-sujeto-masculino.
No obstante eso, considero que me permitirán tener un punto de
partida para cuando comience el estudio de la imagen femenina en la obra de
Manuel Gálvez: Nacha Regules,
perteneciente ya a la literatura del siglo XX en la Argentina.
[i] El proyecto de la Generación
del 80’
En
lo económico,
la inserción de nuestro país en la división
internacional del trabajo a partir de la producción de materias primas y
alimentos y la importación de la mayor parte de los productos elaborados que se
consumían en el mercado interno;
En lo social, el tratar de
cambiar usos nativos a través de la inmigración de mano de obra y tratando de
europeizar nuestras costumbres.
En lo político, la conformación
de un estado moderno a partir de instituciones a imitación de la Europa de fin
de siglo con el propósito de ofrecer garantías a los capitales extranjeros que
invertían en nuestro país. Por otra parte Europa tiene necesidad de
colocar un excedente de producción y de población, asimismo necesita de
alimentos y de materias primas.
Para asegurar la ansiada meta del progreso, los
distintos sectores le atribuían a la educación
una relevancia singular queriendo alfabetizar a la masa de argentinos que
vivían bajo un índice de analfabetización extraordinario, pero más necesaria
fue la educación de la elite dirigente que debía pasar por la universidad si
quería acceder a una posición destacada dentro de la carrera política para
alcanzar el poder.
Esta generación aprendió que la libertad individual era el valor
supremo que el Estado debía defender y que el librecambio comercial era el sustento de toda política económica,
pero no advirtió que esa libertad era privilegio de los fuertes y en la
Argentina los fuertes no fueron precisamente los nativos, que el librecambio
solo servía para consolidar al capital extranjero y que los sagrados derechos y
garantías eran solamente excusas para amparar a las compañías extranjeras
cuando buscaban eludir los impuestos nacionales o no querían someterse a las
leyes justas de la Nación.
La
ideología
que adoptó esta generación fue el reflejo de los sentimientos e intereses de
los terratenientes, su gobierno fue
el gobierno de los selectos y de los iluminados. Bajo su influjo Buenos Aires
dejó de ser la gran aldea para transformarse en una urbe cosmopolita de
carácter, como ya dijimos, europeizante ya que la educación universitaria a la
que nos referimos anteriormente tenía que venir de Londres y Paris.
El positivismo fue su filosofía: orden y progreso. Este lema, que se
lo debemos a Comté, fue la bandera de su accionar. Progreso significó
crecimiento y modernización. Orden consistía en crear las condiciones de
tranquilidad en las cuales debía encontrarse el pueblo para permitir la
proyección del progreso sin pausa.
La segunda mitad del Siglo XIX trae
el triunfo del capitalismo industrial y con ello el aumento de la demanda de
materias primas. La mejora en los transportes permiten el traslado de millones
de inmigrantes que van a satisfacer la creciente demanda de mayor producción.
En este mundo de progreso y cambio se inserta la Argentina a través de la
expansión de su producción agropecuaria produciéndose entonces el fenómeno de
un extraordinario crecimiento en su economía pero para ello fue preciso
conquistar la Pampa Húmeda expulsando al
indio y sometiendo todo el territorio nacional a la voluntad del gobierno
central, de esta manera indios y gauchos
fueron sacrificados en beneficio del sistema.
La riqueza generada se derrocharía
en la construcción de palacios, monumentos y lujo a la europea.
Esta
generación fue un fenómeno cultural trascendente, fruto de la política
educacional liberal, querido y logrado por un plan meditado. Sus hombres
oscilaban en los 30 años de edad en consecuencia no habían vivido la época del
federalismo. Conocieron como una única realidad nacional la de los gobiernos
liberales posteriores a Pavón y se formaron en los Colegios Nacionales lo que
les permitió pertenecer a los grupos privilegiados convirtiéndose en ilustrados
a la europea y aptos para integrarse a la política, a la burocracia y al
ejercicio de las profesiones liberales ocupando los mejores cargos.
Sin trabas morales para sus ambiciones dejaron de lado los principios
éticos de sus antecesores y las costumbres tradicionales creando un nuevo
estilo de vida, aprovecharon los empréstitos, los juegos de la Bolsa, el
hipódromo y los naipes, que se hicieron
sus costumbres y le otorgaron dinero fácil que les permitió acceder al
despilfarro, a las viviendas más suntuosas, a la vestimenta europea y gozar de todos los lujos.
Con
ellos comenzó la corrupción fenómeno nuevo en el país, salvo algunos
pocos casos anteriores. Esta generación fue ajena al sentir nacional,
inescrupulosa, dilapidó la riqueza de la Nación empobreciendo al país y
exaltando como únicos valores culturales los propios de Europa, logrando
también imponer en el país el respeto sagrado al capital extranjero.