jueves, 17 de mayo de 2012

REENCUENTRO



En el sendero

¿Ocultas hallaré

Tus ligeras pisadas?

Desde la fronda

Sol, pájaros y flores

Mis preguntas acallan






viernes, 11 de mayo de 2012

Hola, amor mío - 9/05/2012





Como ya ha pasado tanto tiempo desde el día en  que te fuiste diciendo que en quince días estabas de regreso, he decidido escribirte para contarte algo que deberías saber.


He comprobado que te amo. Ese hecho es totalmente  independiente de tu reciprocidad. Trabajar sobre mi persona hace que no vea el amor como moneda de cambio, y sí como una donación que podemos hacer a determinadas personas, demás seres vivos y, hasta a algunos objetos que nos hacen más agradable la vida cotidiana. Como la mecedora frente al hogar,  con Batuke durmiendo sobre la alfombra y un libro que no se encuentra en Internet. O escuchando música, esa de los Beatles  que te gustaba tanto y solías silbar tan bien. Mientras tallabas  la madera buscando mi rostro, recuerdo que me hablabas de Diógenes con tanta admiración.  Yo te discutía la salud mental del filósofo del tonel. Pero estábamos juntos.
Eso es lo que quería decirte. Lamento que fuera imposible hacerlo porque  las últimas noticias tuyas que he tenido son muy tristes. Esta carta se la daré a tu mamá, espero que ella te la entregue donde quiera que estés.


    Terminó de leer la carta que su madre le alcanzó y se quedó pensando, mientras dejaba que el papel se deslizara de su mano como un pájaro herido. Ropa vieja, descolorida, de cualquier talla menos la propia. No levantó la carta. ¿Para qué lo haría? Hacía tiempo que se había refugiado en ese lugar. Negose a cualquier comportamiento que lo ubicara nuevamente entre los seres “normales”; nada de lo que le rodeaba le interesaba.

    Después de unos minutos, con el pulso tembloroso, asió la botella de ginebra y se la acercó a sus labios hasta vaciarla. Sus ojos, rodeados de sombras oscuras, se llenaron de lágrimas y adquirieron un color rojizo. Luego fijó la mirada en el piso y así se quedó. En esa posición, su aspecto se volvió más terrible aún. Su madre envolvió en un viejo diario la botella, la metió en el bolso, le secó las lágrimas, le dio un beso en la frente y se marchó. Él siguió con la cabeza caída sobre su pecho. Hundido quién sabe en qué mundo de soledad y alcohol.


miércoles, 9 de mayo de 2012

Los animales y nosotros



Dice John Berger:


"Con sus vidas paralelas, los animales ofrecen al hombre un tipo de compañía diferente de todas las que pueda aportar el intercambio humano. Diferente porque es una compañía ofrecida a la soledad del ser humano en cuanto especie"